Ahora que cada vez ponemos más esperanzas en las vacunas, tributo merecido es el que rendimos en nuestras clases a Katalin Karikó, la bioquímica sin la cual las vacunas sobre ARN no habrían sido desarrolladas.
Impulsad@s por el departamento de Filosofía, tan intrínsecamente conectado con el de Ciencia, damos a conocer a nuestro alumnado el fascinante personaje de la bioquímica húngara y quizás gran salvadora de la pandemia.
La única razón para poner el título del artículo entre signos de interrogación es que la Ciencia, como la investigación, como la tecnología, como el mundo empresarial, como todo en esta vida, es un proyecto colectivo, no sólo individual, enriquecido por la riqueza de cada persona y por el espíritu de colaboración y también de sana competición entre equipos y personas. Es siempre un éxito de todos y de todas. Además, es nuestro deber no olvidar el increíble trabajo del personal sanitario ni que aún no ha terminado toda esta increíble carrera de las vacunas ni esta terrible emergencia sanitaria.
Igual que debemos tributar este indiscutible y merecidísimo homenaje a la gran Katalin - muy oportunamente además ahora que se acerca el 11 de febrero que debe recordar el inmenso papel de la Mujer en la Ciencia, recordemos, no más Matildas, por favor- también debemos recordar que estas vacunas han sido posibles también gracias a sus colaboradoras y colaboradores, a cientos de instituciones públicas y privadas, al espíritu de riesgo empresarial y al impulso de los gobiernos... sin duda un éxito colectivo.
¿Estamos ante la próxima premio Nobel de 2021? Bien podría ser (justo también) como ya ocurrió con casos indiscutibles como el de Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier.